Tras un largo viaje llegas a tu destino. Escuchas atento todas las indicaciones del recepcionista. Nada puede ir mal. Al fin y al cabo es un hotel de 4 estrellas Luxury. El joven complaciente termina sus minuciosas explicaciones acerca de las grandes posibilidades y el extenso cartel de servicios del establecimiento y pregunta:
– ¿Tiene usted alguna duda?
La réplica no se hace esperar:
– ¿La constraseña de la WiFi?
– Mire, señor: El hotel dispone de conexión gratuita hasta un máximo de 30 minutos en el hall de recepción. Si desea disponer de conexión permanente desde su habitación, es un servicio que conlleva un coste adicional.
Este es el instante en que tú, que te sientes millennial, y que viajas acompañado de dos centennials, experimentas sensaciones encontradas a medio camino entre la extrañeza y la sorpresa, y te preguntas ¿cómo es posible en los tiempos que vivimos? ¿No debería ser la conexión un servicio universal como la luz o el agua? Máxime en un establecimiento de estas características. Al mismo tiempo recuerdas aliviado cómo tu plan de datos incluye una cantidad enorme de Gigas que nunca pensaste en utilizar, y que parece que por fin le vas a sacar partido. Pero esto me llevó a reflexionar un poco sobre el asunto.
La realidad es que en nuestro país existe un Derecho al servicio universalrecogido en la Ley General de Telecomunicaciones. Dicho derecho garantiza que cualquier usuario final, con independencia de su localización geográfica, tiene derecho a obtener una conexión a la red pública de comunicaciones electrónicas desde una ubicación fija en un inmueble urbano o en su vivienda habitual, que permita realizar comunicaciones de voz, fax y datos a velocidad suficiente para acceder de forma funcional a Internet (que se consideró que es la que permite una velocidad en sentido descendente de ¡¿1 Mbit por segundo?!) a un precio asequible y con una calidad determinada. El operador designado para garantizar dicho servicio, al menos hasta finales de 2019, fue Telefónica S.A.U., que opera bajo el nombre comercial Movistar.
Pero, ¿disponemos realmente de un servicio de conexión universal? Personalmente creo que no. A estas alturas, y con la madurez suficiente a nivel tecnológico, deberíamos poder disponer de una conexión de banda ancha con calidad suficiente y de forma gratuita proporcionada por las administraciones allí donde vayamos (¿no pagamos impuestos?). La realidad es que casi siempre son las redes de los operadores (previa contratación a nivel privado), las que nos ofrecen dicha conexión, bien a través de conexión 4G o de su infraestructura WiFi, allá donde la tuvieran desplegada. Pero pocas son las ciudades que proporcionan a día de hoy una conexión inalámbrica gratuita y de calidad al turista despistado.
Y es que sin duda, el móvil ha cambiado nuestras vacaciones, nuestros tiempos de ocio, y por extensión nuestra forma de vida. Piense por un momento ¿cuántas veces ha consultado su móvil durante el periodo vacacional? ¿Cuántas apps diferentes ha utilizado? ¿Cuántas…? Ya no preguntamos a los lugareños para llegar a un sitio, abrimos Google Maps. No preguntamos por recomendaciones para comer. Consultamos en TripAdvisor. No llamamos a nuestros amigos o familiares: les seguimos y escribimos en sus redes sociales. No vamos a la oficina de turismo, consultamos qué visitar en Google. No escuchamos la radio durante nuestros desplazamientos: usamos Spotify, o vemos nuestra serie favorita en Netflix. No llamamos para reservar: usamos ElTenedor. No “necesitamos” a nuestro banco, controlamos nuestro dinero a cualquier hora desde nuestro teléfono. Y del correo electrónico ya ni hablamos… ¿Sería posible todo esto sin una conexión permanente a la red?
La situación es que el 76% de los españoles ya disponen de cobertura de Internet a más de 100 megabits por segundo (Mbps) mientras que la cobertura de banda ancha móvil 4G alcanza el 97,2% de cobertura. Y hacia el año 2021, se prevé que el 95% de la población tenga conexión ultra-rápida de 300 Mbps. Así lo refleja un informe del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital sobre Cobertura de Banda Ancha en España, correspondiente a 2017, con información de cobertura actualizada a 30 de junio. Pero, tal y como reconoce el propio Ministerio en sus informes, ha sido gracias al esfuerzo inversor de los operadores privados, que han optado por desplegar sus propias redes de nueva generación. De dicho informe se desprende también, que el mayor crecimiento se ha experimentado en redes 3,5-4G, en detrimento de otras tecnologías inalámbricas o de ADSL. Esto llevado a la práctica supone que casi todos nosotros utilizamos en nuestro día a día la conexión 4G (con suerte) que nos proporciona nuestro operador. ¿Quién no ha desactivado la conexión WiFi de su dispositivo porque simplemente “no va”? Parece que este es el futuro que nos espera. ¿Dónde han quedado los proyectos de WiFi/WiMAX universal impulsados por ayuntamientos y otras administraciones? Sinceramente, creo que ni están ni se les espera…
Quizás la respuesta está en que el gobierno recaudó en la subasta de licencias de espectro para el 5G convocada el pasado mes de julio, solo en su primera jornada, 194 millones de euros, (casi el doble del precio de salida que era de 100 millones), gracias a las pujas de Telefónica, Vodafone, Orange y MásMóvil.
Si a día de hoy España no goza de unas tarifas de datos precisamente baratas, ¿A quién cree usted que repercutirán este coste los operadores?